Pedro Infante, un mito centenario

Por: Luis Navarro Arteaga

Pedro Infante cumple cien años y es un mito permanente, sigue siendo aquel que alguna vez quisimos ser. El tipo borracho, pero noble; el mujeriego, pero leal; alguien que en realidad no existe, aquel que puede mezclar el llanto y la carcajada.

Tal vez el ídolo es una invención de Ismael Rodríguez en la época dorada del Cine Mexicano, que prolongó Televisa con la programación de sus películas hasta el final del siglo XX; es como todo, un producto de su época y solamente algunas de sus características sobreviven, por eso es quien alguna vez quisimos ser como colectivo, pero actualmente muy pocos aspiran a parecerse al mito.

Pedro Infante – Pepe el Toro, por ejemplo, es el pobre que se siente orgulloso de ser trabajador y no deberle nada al rico, que siente que el dinero, ganado sin esfuerzo o mediante el crimen, es un estigma que no puede llevar el hombre digno. Nada que ver con los personajes actuales de la televisión, hombres adinerados que obtuvieron su riqueza matando, traficando, causando dolor a las familias, porque detrás de cada peso de esos Casillas o como se llamen, hay sangre, violación a las reglas de convivencia, dolor, lágrimas, corrupción. Lo grave es que el público admira a los antihéroes, a la gente esa idolatría por esa plata mal habida e parece de lo más normal.

Es verdad que en Pedro Infante y sus personajes no todo es color de rosa, por ejemplo, el machismo de aquella época antigua se refleja claramente en los diálogos como el de La Chorreada y Pepe el Toro en Ustedes los Ricos, cuando el hombre regresa de una noche de copas, y su pareja, acompañada de medio vecindario, lo espera para que le cante Las Mañanitas, nos da la idea de los roles masculino y femenino de la sociedad post-revolucionaria, cuando la mujer no podía votar .

– Estuve con una vieja”, confiesa él,

– No me digas con quién porque la voy a odiar”.

Ella ya le había pedido perdón a Pepe El Toro por no reclamarle por haber amanecido en la calle. Pepe, no tiene, como macho, por qué dar explicaciones ni tiene que ser bueno con “su vieja” pero le pide perdón porque es un desgraciado que no llegó a cantarle Las Mañanitas a su amada, pero esa bondad del personaje “acompaña” también al actor que, en Dos tipos de Cuidado, otra cinta de Ismael Rodríguez, interpreta a otro pícaro noble que se sacrifica para proteger el honor de su familia.

Pedro Malo, Pepe El Toro, Silvano Treviño, son personajes que Rodríguez crea para dotar a Pedro Infante de una aureola de nobleza, de sacrificio, de pureza que ni la borrachera o la picardía pueden manchar. El público, por supuesto, se identifica con esas representaciones del mexicano promedio, buen hijo o nieto -Sara García como la imagen de la matriarca dura, pero de buen corazón- que siempre responde como los meros machos a los problemas que enfrenta.

Así, Pedro Infante es más un personaje que una persona de carne y hueso, su vida y su leyenda se mezclan, lo convierten en lo que es, un ídolo. Así que mucho de lo que amamos de este actor y cantante es lo que amamos de sus personajes, que curiosamente tienen poco que odiarle, porque ni siquiera el huasteco tamaulipeco, Lorenzo Andrade, es malo, por más que diga “ojalá se caigan todas las iglesias con todos los curas adentro… este es mi Dios (un fajo de billetes) y esta su justicia (un revólver)”, porque la Tucita lo hace como quiere con su “Papá, tengo sed”.

Pedro Infante podría ser solo un producto de los medios de comunicación, del cine y después de la televisión, pero mezcla en sus personajes y en su persona elementos populares con los que el público se sigue identificando. Su oficio de carpintero, su amor por los motores, su debilidad por las mujeres, la solidaridad con su familia, son el hilo con el que se teje la figura del ídolo, la del hombre y es el mismo que lo une con sus fans que sienten al ídolo no como ese inalcanzable personaje de altos vuelos, sino al cuate, al primo, al vecino relajiento y buena onda que es el alma de las fiestas y al que puedes recurrir para resolver un problema doméstico.

Ahora que la televisión anda en crisis porque muchos de los espectadores se van mudando al Internet, Pedro Infante sigue vigente, una mirada al Youtube nos puede dar una idea de esto. Los Tres Huastecos tiene 3 millones de vistas, Nosotros Los Pobres y La Oveja Negra rebasan el millón, lo que nos sugiere que sigue siendo un ídolo vigente.

Pedro Infante, que nació hace cien años, mes al mismo tiempo una persona y un personaje, gran parte producto del mejor cine de Ismael Rodríguez, pero también producto de su época. Sin embargo, el artista ha trascendido su época para convertirse en un verdadero clásico, no solo de nuestra cinematografía, sino de nuestra cultura popular.

Sobre él, Carlos Monsiváis en Pedro Infante, las leyes del querer, escribió, “Él es el pacto de las generaciones que el cine implanta y la televisión renueva, es una necesidad o un deseo consciente del público que, así ya nunca más sea pueblo, aún lo asimila y lo evoca. Si es un mito… este concepto inevitable y resbaladizo es por apresar y expresar todavía a sus admiradoras y sus admiradores, por ampliar el sentido de pertenencia a una colectividad de millones de personas y porque -y esto es definitivo- ya no hay dudas sobre su identidad”.

Pedro Infante es lo que alguna vez quisimos ser o tal vez fuimos, el pícaro que cae bien, el hijo bueno, el marido ojo alegre, pero responsable, el pobre que se siente orgulloso de trabajar duro y no deberle nada al rico, algo que ya no ocurre en estos tiempos en los que el dinero lo es todo y ser pobre o ser clasemediero es más vergonzoso que ser delincuente.

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