El problema de la desigualdad cultural en México está en la educación formal, en cómo ha despreciado en los últimos años la instrucción artística, ya no relegándola a un papel secundario o terciario, sino a prácticamente desaparecerla de los programas de estudio, manifestó Jorge Volpi, coordinador de Difusión Cultural de la UNAM.
«Si no contamos con una educación formal que brinde elementos claros a los niños y a los jóvenes para que sepan qué es la cultura y cómo pueden tener acceso a conocimientos imprescindibles para disfrutar de ella, jamás disminuiremos nuestra desigualdad cultural», enfatizó.
Al intervenir en el seminario «Cambio de época, América Latina frente a la hora de la igualdad: avances, retrocesos y desafíos», organizado por el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Volpi manifestó su desacuerdo en que hayan desaparecido las clases de música y de teatro en las escuelas, y que se hayan convertido en marginales, pues deben ser parte esencial del currículo académico de la educación formal, no materias optativas o mero entretenimiento.
Clase de ficción
El escritor reiteró que en la educación formal se necesita, de manera imprescindible, una nueva forma de enseñar el acceso a la cultura, particularmente a la literatura, a los medios audiovisuales y electrónicos.
«Propondría una clase llamada ‘ficción’, no sólo de literatura, porque en las clases de literatura se enseña a odiarla, a aprender nombres de autores, de libros sin haberlos leído. Creo que esta clase y la formación de los maestros tendría que estar hecha para que los estudiantes viesen las formas de la ficción: literatura, teatro, cine, televisión, Internet y juegos de video, todo al mismo tiempo, con el mismo valor, y demostrar las ligas entre uno y otro».
Al no ir en esa dirección, acotó Volpi, la cultura se convierte en algo aburrido, ajeno y elitista, en vez de ligar los intereses de los jóvenes, que tienen que ver con el mundo digital, las películas de arte, los programas de televisión, los contenidos en Internet, e incluso con la parte artística de los propios juegos de video.
El coordinador lamentó que aunque es un derecho constitucional el acceso a la cultura, no sea exitosa la instrumentación de mecanismos para su redistribución.
La idea de que lo único que importa es la riqueza, el ascenso social y los bienes materiales, ejemplificada ya no en la cultura de la acumulación, sino en la lógica del iPhone, que debe ser cambiado cada temporada porque se vuelve obsoleto, nos hace estar frente a creencias que mantienen la cultura de la desigualdad, y la desigualdad en la cultura, subrayó.
Cultura amenazada
Una condición nueva que debe ser tomada en cuenta en México sobre la disparidad cultural es la presentada en zonas en «estado de guerra», de violencia y violencia extrema, como si en esos lugares la cultura se hubiera convertido en algo aún menos importante.
A lo largo de los años de la lucha contra el narcotráfico se ha intentado que sea la cultura la que revitalice ciertas áreas en conflicto, para que sitios que han sido profundamente afectados por la violencia se conviertan en centros culturales importantes, como es el caso de Ciudad Juárez; no obstante, concluyó, otras zonas que no tenían conflicto dejaron de estar en el radar de la inversión cultural en el país.