Tomate chiquito, delicia silvestre

La tortilla se infla, el comal le da el visto bueno, está lista para ser doblada y ser sumergida en la salsa para convertirse, por la alquimia del tomate chiquito, en una enchilada, manjar digno del paladar más exigente. El tomatito es un poco más ácido que sus parientes tomates bola y guajillo, su salsa suele ser más espesa por lo que da a los platillos un sabor particular.

El tomate chiquito se puede disfrutar no solo en las enchiladas su versatilidad es tal que puede sustituir a cualquier salsa echa con tomate saladet o bola(Solanum lycopersicum) o de guajillo, tal vez tiene la desventaja que solo se le encuentra por temporada, pues no se le cultiva.

El tomate chiquito es silvestre y se dice que se originó en Los Andes y de ahí se distribuyó a todo el continente, es posible que en México se utilizara como alimento cientos de años antes de la llegada de los españoles. Se considera a este pequeño tomate como el abuelo del jitomate bola o saladet.

De acuerdo con Heike Vibrans editor de la página electrónica http://www.conabio.gob.mx/malezasdemexico/solanaceae/lycopersicon-esculentum/ la especie se distribuye de México a Sudamérica. En nuestro país se le encuentra en varios estados entre ellos Veracruz. En el norte de la entidad se encuentra en nuestras mesas casi diario durante la temporada, pues algunas familias sustituyen con el tomate chiquito a las otras variedades. La temporada del tomate chiquito es de febrero a mayo. Aunque desde mediados de enero puede aparecer en nuestras calles.

En nuestra región crece en medio de tierras cultivadas o en áreas afectadas por la deforestación de donde se le cosecha, se le vende en los mercados, la mayor parte de las veces los propios vendedores lo cortan y ellos mismos los trasladan al centro de la ciudad, la avenida Independencia o a la Petromex y otros puntos de venta.

Este tomate casi siempre es ofertado por las vendedoras ambulantes, muchas de ellas pertenecientes al pueblo tutunakú, que le llaman pakglhcha, difícilmente se le ve en locales establecidos, se le coloca dentro de una lata de sardina y se vende entre 10 y 15 pesos «la medida» de acuerdo a su madurez, entre más fresco más caro.

Para cocinarlo se quitan las hojas y se ponen a hervir, luego se muelen y se puede elaborar salsa para casi cualquier guiso, puede usar para los antojitos como las enchiladas, los molotes o los bocoles. También se puede agregar a la sopa de pasta, al pollo y hasta al espagueti.

Esta delicia silvestre forma parte de nuestro patrimonio natural y cultural, pues su disfrute lo hemos heredado desde tiempos inmemoriales, además, tiene una enorme importancia económica pues su comercialización contribuye al sostenimiento de decenas de familias, detrás de cada «medida» de tomate chiquito hay una historia milenaria , además de un enorme esfuerzo para cosecharlo y transportarlo, pero sobre todo está la magia del sabor que transforma la tortilla en enchilada, sencillo pero grandioso manjar.

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