En el mundo, cada año se arrojan al océano entre cinco y 13 millones de toneladas de plásticos, y para 2050 la cantidad aumentará cinco veces, aseguran investigadores del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM.
El uso irresponsable de esos desechos rebasa cualquier esfuerzo de manejo adecuado, situación que se agrava por la acción bacteriana, el oxígeno atmosférico, la radiación ultravioleta y la fuerza mecánica de las olas, que provocan que el 99 por ciento del plástico se fragmente en partículas minúsculas e imperceptibles (de uno a cinco milímetros), conocidas como microplásticos, que afectan a las especies marinas y, en consecuencia, a todo el sistema biológico.
En México, y en la mayoría de los países de Latinoamérica, el estudio de microplásticos es incipiente, lo que hace difícil diagnosticar los daños que se producen. «Ya se han encontrado estas partículas en organismos acuáticos, por lo que inferimos que no sólo contaminan nuestros mares, sino también los alimentos marinos que consumimos, lo que representa un riesgo para la salud humana», detalló Jorge Feliciano Ontiveros Cuadras, investigador del ICML.
Para promover el estudio de microplásticos en 14 países de la región, la Unidad Académica Mazatlán del ICML, con auspicio del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés), forma parte del proyecto «Fortalecimiento de la vigilancia y respuesta regional para entornos marinos y costeros sostenibles».
El equipo de trabajo, conformado por Ana Carolina Ruiz Fernández, Jorge Feliciano Ontiveros Cuadras, Joan Albert Sánchez Cabeza, Raquel Briseño Dueñas, Federico Páez Osuna y Sergio Rendón Rodríguez, académicos del ICML, con la colaboración de Lorena Ríos-Mendoza, de la Universidad de Wisconsin Superior, en Estados Unidos, impulsaron el estudio para analizar, de diciembre de 2018 a enero de 2019, la arena de seis playas del sur de Sinaloa, y el agua superficial del Estero de Urías y la bahía de Mazatlán.
«Son de los primeros esfuerzos para estudiar la situación de estas partículas en nuestro país; estamos convencidos de que debemos conocer la magnitud del problema para implementar acciones que permitan reducir su ingreso a nuestras playas y sistemas acuáticos», dijo Ontiveros Cuadras.
Microplástico en las playas
Los resultados indicaron que la concentración de microplásticos en las playas del sur de Sinaloa oscila entre una y 10 partículas por kilogramo de arena. Estos valores preliminares son considerablemente menores que los registrados en zonas costeras de otros países, como Estados Unidos (entre 13 y 51 partículas por kilogramo), Taiwán (entre cuatro y 532) y Alemania (entre 14 y 532 partículas por kilogramo).
En las aguas superficiales alrededor de Mazatlán, el promedio es de 2.3 partículas por metro cúbico, equivalente a una tercera parte de la concentración promedio registrada para el norte del Golfo de México (6.0 partículas m-3), y una décima parte en comparación con otros sitios del mundo, como Corea del Sur (211 partículas m-3).
«Pese a las bajas concentraciones, se confirma la presencia de estos contaminantes en nuestros ecosistemas costeros, así como su disponibilidad para ser transferidos al ser humano a través del consumo de recursos pesqueros», revela el informe.
Los investigadores alertaron que las escorrentías con desechos plásticos se incrementan sustancialmente con las lluvias, por lo que es necesario continuar con el monitoreo de arenas y agua de mar durante la próxima temporada de lluvias, a fin de evaluar el estado de la contaminación en Mazatlán.
Como resultado del proyecto, se divulgó la carta compromiso «Por un Mazatlán Libre de Plásticos», para alentar la participación ciudadana, del sector público, académico y privado, y generar un marco legal que limite el uso de plástico, además de llevar a cabo una labor de concientización y educación ambiental, de la que ya se obtuvieron las primeras firmas de apoyo. (UNAM)