Iglesias y escuelas amenazas para carnaval tradicional

Grupos religiosos, la crisis económica que afecta a la región y autoridades educativas se han convertido en los principales obstáculos para el Carnaval tradicional de la comunidad de Lázaro Cárdenas, Kilómetro 6, perteneciente al municipio de Tihuatlán, pero conurbada con Poza Rica. La celebración lleva 70 años realizándose ininterrumpidamente, pero en este año enfrenta diferentes problemas que lo ponen en riesgo.

Para la organizadora de esta celebración Tania Martínez Tolentino, las iglesias protestantes se han convertido en las perseguidoras implacables de este carnaval, pues los pastores exigen a sus fieles que no participen en estas fiestas pues las consideran expresiones contrarias al cristianismo.

En ese sentido, el agente municipal del lugar, Pedro Tolentino Blanco, refiere que efectivamente las organizaciones religiosas se oponen a que se lleven a cabo estas prácticas pues son ritos a favor de Baal una antigua deidad de Asia Menor, adorado desde hace miles de años, por los pueblos vecinos a Israel, de donde proviene la religión judeo-cristiana.

Sin embargo, para estudiosos de estas expresiones, como el antropólogo Roberto William García, quien desde hace más de cincuenta años estudió estos carnavales de la región, y en su texto Los carnavales de la Huaxteca, expresa que los rituales en los que se convive con lo malo no son para adorar al diablo, sino que » se trata de un sincretismo religioso… un análisis más profundo pudiera ofrecer las evidencias de una deidad prehispánica de un concepto dualístico» es decir que se le puede estar adorando a una entidad espiritual que ha sobrevivido a la religión cristiana impuesta desde hace 500 años a nuestros pueblos en la región.

Estas explicaciones, provenientes de la ciencia social, no son suficientes para los grupos religiosos que trabajan en la comunidad, para quienes el carnaval es diabólico, tampoco lo es para la Iglesia Católica, que también ha comenzado a ver con malos ojos estas expresiones, ya que el carnaval en Kilómetro 6 abarca tanto los días dedicados a la fiesta de la carne como a los de la cuaresma, pues la mitad del ritual coincide con el miércoles de ceniza, por tanto las celebraciones concluyen en los primeros días de guardar, se quejan los danzantes.

Pero para las autoridades escolares, que deberían preocuparse por conservar esas expresiones de la colectividad y donde debería imperar la razón, también ven con malos ojos a los mecos o tiznados, danzantes que acompañan a las comparsas de danzantes disfrazados y que en su mayoría son adolescentes. A la mayoría de los jóvenes no les dan permiso en la secundaria para participar «el día grande» o sea el Miércoles de Ceniza, se queja Martínez Tolentino, esa es la razón por la que cada vez haya menos chicos que se unan al carnaval tradicional.

Además, hay otro factor, el económico, que es quizá el que más vulnera a esta fiesta que se ha celebrado ininterrumpidamente desde hace 70 años: la falta de recursos propios para la compra de trajes, el pago de los músicos ( el trio Amistad Huasteco, este año ) que viajan desde Ixhuatlán de Madero para tocar los sones tradicionales, las comidas de los participantes.

Pedro Tolentino y Tania Martínez coinciden en señalar que el ayuntamiento de Tihuatlán siempre ha apoyado a los organizadores, por ejemplo, este año la comuna paga la mitad de los honorarios de los músicos, » porque no pedimos con tiempo el recurso» lamenta Tania, sin embargo el apoyo no es un gasto menor, si se toma en cuenta que los huapangueros están acá unos cinco días.

Martínez dice que el resto de los gastos, como la comida de los danzantes, corre por cuenta de los capitanes, especie de padrinos que se hacen cargo de alimentar a todos los que andan detrás de la comparsa. Tania, dice que es todo el apoyo que reciben, asegura que nunca han pedido el respaldo de dependencias del gobierno como la Secretaría de Cultura, la Dirección de Culturas Populares, el Instituto Veracruzano de cultura o la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, pero que van a comenzar a buscar estos apoyos para que su carnaval no se pierda.

70 años de fiesta

Todo comenzó con don Pablo Tolentino Cruz, nacido en Ixhuatlán de Madero en 1927. Llegó a la región, cuando apenas era un niño. En 1947, a los 20 años de edad, aquel joven que añoraba los carnavales de su tierra invitó a un grupo de señores para conformar la primera comparsa y comenzó una hermosa tradición que pervive hasta la fecha.

La fiesta comenzaba el viernes de carnaval y concluía en los primeros días de la cuaresma. Pero con el tiempo esto se ha ido modificando, este año por la falta de recursos las actividades comenzaron el martes. Todas las fiestas se inician con el ritual de las máscaras con las que se danza. Se colocan en el suelo, se ofrece mole, tabaco y aguardiante, esta ofrenda se le hace al diablo- que como ya se dijo no es propiamente la entidad maligna de los católicos- se mantiene 24 horas y se levanta.

Este ritual es para que no pase nada malo y es don Pedro, a los 91 años de edad, quien sigue encabezándolo como lo ha hecho desde 1947. Por realizar esta ofrenda es que el pueblo conoce al organizador del carnaval con el mote de «el diablo mayor», informa Tania, nieta de Tolentino Cruz.

Después empiezan las danzas. Los ejecutantes – todos hombres- van disfrazados de «damas, diablos, viejos y mecos, aunque aquí no son mecos, más bien son tiznados que se pintan el cuerpo de negro con restos de un acumulador y aceite vegetal» aclara Martínez Tolentino.

Los danzantes recorren las calles de la comunidad y van realizando «travesuras» a las personas que los siguen, Sin excederse, aclara el agente municipal, Pedro Tolentino, solo para divertirse y conservar la tradición, pues la policía se puede llevar a quien amparado por el disfraz se atreva a cometer un delito o una falta administrativa.

La comparsa danza donde se les requiera y reciben un pago. Luego del recorrido los Tiznados y los enmascarados llegan a la casa del capitán donde les dan de comer. Esta rutina se repite por varios días, en 2018, las actividades van a concluir el viernes, pero, como cada año, acudirán a la cabecera municipal, Tihuatlán danzar.

Tania y Pedro no quieren que se pierda esta práctica popular que se ha mantenido durante 70 años por lo que solicitan apoyo de la población y de todos aquellos que puedan ayudarlos a resistir los embates de los grupos religiosos, la intolerancia de las autoridades educativas y el desdén de otros actores sociales, principalmente aquellos a los que les corresponde ayudar a preservar las tradiciones.

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